El temido invierno llegaba arrastrando
las mismas malas noticias, avisado venía ya por el rastro de tristeza que
dejaron sus antecesores: primavera, verano y otoño que, con lo que iba a ver y
se iba a encontrar, se iba a disgustar. Temido, sí, por las carencias que ya
veníamos arrastrando, nos encontró desolados y agobiados por este virus malvado
que tanto mal a su paso iba sembrando.
Según pasaba el tiempo, la
incertidumbre y desaliento día a día se iban sumando. Con su llegada, nos
cerraba un año y nos abría otro. Además, este año también al acabar su
temporada, cerraba un año que llevábamos ya soportando las devastadoras consecuencias
de esta cruel pandemia dañando a la humanidad.
Llegó el invierno completando el ciclo
estacional por el que triste nuestra vida trascurrió. Con el paso de los días, íbamos
viendo que finalizaba el año y empezaba otro, y nuestras fuerzas y ánimos se iban
minando. Según iba avanzando, presenciábamos que el sufrimiento se iba
alargando por esta pandemia, que daba la vuelta al año y más vidas se iba
llevando.
Bien podría considerarse al
invierno el rey del año porque nos cierra un año y nos abre otro nuevo. Aparece
con la blanca Navidad, este año enturbiada, porque invierno y Navidad han
compartido la misma angustia y dolor de meses atrás por esta situación,
cerrándonos un doloroso 2020 con una triste Navidad y abriendo un no menos
doloroso 2021. Fue una prolongación más que un cambio porque continuábamos con
la misma gravedad.
Le hemos pedido mucho al invierno:
que nos trajera un año mejor, que salieran las vacunas, la presión de la
Navidad… y va acabando sus días agobiado
y cansado porque no ha podido darnos todo lo que demandábamos.
El frío y señor invierno, pero
cálido y cercano, también nos vino a decir que no perdamos la esperanza,
paciencia y fe, que si ponemos todo lo que podamos de nuestra parte, actuando
correctamente y con solidaridad, más rápido y eficazmente venceremos a este
virus.
Con la blanca Navidad trató de
infundirnos consuelo y ánimo, precisamente en ese momento que más lo necesitábamos,
ya que nos tocaría pasar una de las Navidades más tristes de nuestras vidas,
sin podernos reunir con la familia, sin poder compartir mesa, besos, abrazos ni
el cariño que guardábamos tanto tiempo esperando, y sobre todo esas familias,
que algunas de ellas además habían perdido a sus seres queridos.
Pero aun así también el invierno, como siempre, fiel a su tradición y cumpliendo su misión con ganas, nos transmitió el espíritu de la Navidad con sus colores, brillos y luces, luces de esperanza para no desanimarnos. Nos mandó a Filomena para traernos un hermoso regalo: la pura y blanca nieve, que tanto tiempo hacía que no veíamos y tanto añorábamos. Durante unos días disfrutamos mucho de ella, haciendo lo típico de las nevadas (lamentando ante todo las consecuencias perjudiciales que conllevó) sobre todo los niños que, algunos, conocían este elemento de la naturaleza por primera vez, jugando y tomando contacto con ella.
El invierno con pena vino y con
pena se despide de nosotros. Llegando al final de sus últimos días, no ha
podido acabar su ciclo con el virus derrotado, con fuerte voz y carácter se va
despidiendo ya, dándonos un empujón de ánimo, fuerza y valor, para que no
caigamos fácilmente en los últimos peldaños de esta larga y dura escalera, que
llevamos muchos pasos dados.
Ya se va… y nosotros seguimos todavía
en una lucha continua para vencer a esta enfermedad. Antes de irse, con su
compañera quiere hablar para pedirle que sea portadora de buenas noticias y que
nos traiga buenos avances para la curación, que nos dé alegría y luz para que
se ensanche nuestro corazón, que nos merecemos un respiro después de un año al
pie del cañón.
Aquí nos deja a todos con los ojos
puestos en la segunda primavera de la pandemia que va a entrar, esperando al
menos que sea mejor que la primera y que salgamos con fuerzas renovadas. Todos
pedimos y esperamos de esta nueva primavera que nos traiga muchas luces, luces
para dar “LUZ“, que sea la que más brille, que es que Dios y la naturaleza nos ayuden
a salir de este apagón que ha cortado nuestro camino y nuestra vida en pausa ha
dejado…